El D-N y la promoción de los hábitos saludables entre jóvenes y adultos con discapacidad

Las personas con discapacidad son aquellas que tienen una o más deficiencias físicas, mentales, intelectuales o sensoriales que al interactuar con el entorno social pueden impedir su participación plena y efectiva en igualdad de condiciones a las demás personas en una sociedad.

Diferentes estudios han mostrado que las personas con discapacidad tienen una mayor prevalencia de obesidad (14-25% vs 15%) comparada con los sujetos sanos de la misma edad y sexo,  de forma independiente de la causa de discapacidad.

Como consecuencia de esta obesidad puede darse un aumento del riesgo de enfermedades crónicas como la hipertensión, dislipemia y diabetes, pero también puede darse un mayor desarrollo de condiciones agravantes de la discapacidad primaria, como pueden ser limitación en la movilidad, fatiga crónica, dolor, úlceras por presión, depresión y aislamiento social. Estas circunstancias pueden minar la capacidad de independencia de la persona, su capacidad para realizar actividad física, limitar las oportunidades de acceso a un trabajo y por tanto representar un deterioro en su calidad de vida.

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Fotografía: Jordi Sarola, corredor con discapacidad en la Mitja Marató del Maresme, 2011

Se ha observado que hay una importante incidencia en la población con discapacidad con un patrón alimentario el cual destaca por;

Consumo elevado de:

  • Grasas, sobretodo de grasas saturadas y monoinsaturadas.
  • Hidratos de carbono de rápida absorción (por encima del 15% del total calórico diario).

Consumo disminuido:

  • Hidratos de carbono complejos.
  • Fibra (un tercio inferior a la ingesta recomendada).
  • Calcio

Estos hábitos dietéticos inadecuados pueden condicionar la aparición de obesidad y el bajo consumo de calcio observado en esta población, puede contribuir a la osteopenia y osteoporosis de frecuente aparición en personas con discapacidad y que puede ser responsables de una mayor limitación en su movilidad.

Por otro lado debemos tener en cuenta que hay determinados aspectos nutricionales asociados con algunos tipos de discapacidad física o mental pueden incrementar el riesgo de obesidad. Por ejemplo, los niños autistas pueden presentar algunos hábitos alimentarios típicos tales como comer siempre algunos alimentos de un determinado color potencialmente altos en calorías (por ejemplo el amarillo de patatas fritas, nuggets,etc), o el caso de pacientes con síndrome de Down o Prader-Willi que tienen una predisposición a ingestas copiosas que pueden desembocar en obesidad y cambios en su comportamiento.

Por este motivo es de vital importancia promover unos hábitos saludables entre jóvenes y adultos con discapacidad así como promover educación nutricional entre sus familiares o cuidadores, para proporcionarles calidad de vida y evitar perpetuar conductas alimentarias poco apropiadas.

Otro aspecto a destacar es la falta de ejercicio físico, en un estudio publicado en 2002 donde participaron más de 25000 personas con discapacidad, encontraron que la probabilidad de intentar someterse a dietas para reducir peso era menor en los pacientes con afectaciones severas en la movilidad de los miembros inferiores y con enfermedades mentales que en otro tipo de discapacidad, pero que también la recomendación de hacer ejercicio por parte de los médicos era menos probable entre personas con afectación severa de la movilidad de miembros superiores e inferiores.

Los profesionales sanitarios, y entre ellos los Dietistas – Nutricionistas, deben ser conscientes de la necesidad de establecer un control del peso corporal y promover un aumento de la actividad física en este grupo de personas, de forma independiente al nivel de discapacidad.

El deporte comporta una mayor autoestima y cuidado de los hábitos de vida y salud, permite la relación entre personas y un sentimiento de pertenencia a un grupo. La promoción del deporte y la tutorización a nivel alimentario – nutricional de este colectivo es esencial.

Bibliografia:

  1. Liou T, Pi-Sunyer FX, Laferrere, B. Physical Disability and Obesity. Nutrition reviews 2005, 63: 321-331.
  2. Weil E, Wachterman M, McCarthy EP, et al. Obesity among adults with disabling conditions. J Am MedAssoc 2002; 288(10):1265-8.
  3. Deportes para minusválidos psíquicos. Federación Española de Deportes Minusválidos Psíquicos, 1994.
  4. http://imserso.es/imserso_03/index.htm, Instituto de Mayores y Servicios Sociales.
  5. gencat.cat
  6. idescat.cat

AUTORA:

AroaAroa Terraza Salazar

Diplomada en Nutrición Humana y Dietética en la Universidad de Barcelona yTécnica en Dietética y Nutrición.

Experta y Técnica en Intervenciones Asistidas con Animales (Terapia Asistidas con Perros)

Colegiada CODINUCAT: CAT 000868

Colaboradora ADNEEC

aroadiet@gmail.com

 

Un pensament sobre “El D-N y la promoción de los hábitos saludables entre jóvenes y adultos con discapacidad

  1. Me parece un artículo muy interesante. Y esto demuestra que, de la misma forma que la sociedad está luchando para que se trate cada vez a este colectivo a un mismo nivel que los demás, también es importante luchar para que se impartan los mismos hábitos de nutrición, independientemente de cualquier minusvalía. La salud es lo primero, y con este artículo creo que queda claro que la alimentación es una de las raíces de este problema y hay que actuar sobre ella.

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